En las semanas previas a los finales, se estableció un patrón en la vida de Keeley. Se despertaba, iba a clase, hacía la tarea, volvía a clase, iba al laboratorio donde Aaron le llevaba algún tipo de comida alrededor de las 6 PM, y hacía más tarea antes de dormir.
Cuando absolutamente no podía soportar estudiar ni un segundo más, horneaba o se permitía veinte minutos para ver videos de YouTube. Debido a que era humana y tenía que tomarse descansos del estudio, solo dormía un promedio de 4-5 horas por noche para terminar todo. Las ojeras se instalaron de forma permanente debajo de sus ojos, así que parecía un mapache.
—¿Estás durmiendo lo suficiente? —Aaron le preguntó unos días antes de los exámenes mientras le traía una taza extra grande de café y algunas donas porque ella había solicitado mucho azúcar y cafeína.
—Dormir es para los débiles.
—Keeley —dijo él con desaprobación.
