—Buenos días, Gran Duque Gladiolo —saludó Anatalia—. Este no es nuestro primer encuentro, pero permítame presentarme. Soy Anatalia, la líder de las sirenas.
Gladiolo quedó momentáneamente aturdido después del saludo de Anatalia, tanto que no pudo devolver el saludo.
—¿Gran duque? —Anatalia lo miró con confusión.
—Oh... lo siento por la descortesía —respondió Gladiolo con una expresión avergonzada—. Esperaba ver a una chica en su adolescencia, pero veo a una mujer adulta y hermosa frente a mí, eso me dejó sin palabras.
—Nunca pensé que el gran duque fuera tan florido con sus palabras —se rió Anatalia—. Pero gracias por el cumplido.
El corazón de Gladiolo sintió que era golpeado por una flecha al escuchar la risa melodiosa de Anatalia.
—S-Solo estoy diciendo un hecho, señora —respondió Gladiolo de inmediato—. Lo siento si mis palabras te llegaron de manera desagradable.