(Punto de vista de Regaleon)
El viento soplaba fuerte en mi cara mientras cabalgaba sobre Tempestad. Volaba lo más rápido que podía en dirección a donde estaba Alicia.
—Llegaremos pronto, no te preocupes —Tempestad me dijo para calmarme.
Pero sentía la ansiedad devorándome por dentro. No sé qué planeaba Gladiolo, pero tengo mucho más miedo del Sumo Sacerdote Héctor que de él.
—Ya sabes que no puedo calmarme a menos que vea a Alicia a salvo con mis propios ojos —le dije a Tempestad.
—Lo entiendo —Tempestad suspiró y continuamos nuestro viaje.
Cuando estábamos a punto de llegar, escuché una voz débil llamándome desde abajo.
—León... León... —la voz débil llamó.
Miré hacia abajo para ver un punto en las aguas abiertas.
—Es Anatalia —Tempestad la reconoció con su buena vista.
—Descendamos —ordené. Pensé que Anatalia tenía información que necesitaba decirnos.