Cuando desperté, el sol ya se había puesto y ya estaba oscuro afuera. La luna estaba en su fase de cuarto creciente y las estrellas brillaban intensamente en el cielo nocturno.
—Pensar que me quedé dormida después de enfrentarme a Regaleon. Suspiré y me levanté de la cama. Miré a mi alrededor y Regaleon no estaba.
—¡¿Tricia?! Llamé. Y en un instante, se abrió la puerta.
—Su majestad, ya está despierta —Tricia dijo con una sonrisa—. Se apresuró a encender las luces dentro de la habitación. —Su majestad fue llamado por el vicecapitán Chris una vez más debido a un asunto urgente. Él la ha dejado a usted bajo mi cuidado y el del Señor Guillermo.
—Oh... —respondí—. Estaba a punto de preguntarle dónde estaba mi esposo, pero ella respondió antes de que lo preguntara. Regaleon debe haberle dado instrucciones de decirme dónde estaba una vez que me hubiera despertado.
—¿Le gustaría cenar, su majestad? —Tricia preguntó.