"La conversación en la oficina del duque fluyó bastante a mi favor. Estábamos muy profundamente en nuestras charlas cuando oí algo desde la dirección de la puerta. Miré en esa dirección y vi que la puerta estaba ligeramente abierta.
«Eso es raro.» Pensé para mí misma.
Por lo que recuerdo, los últimos que entraron fueron el mayordomo y la sirvienta que trajeron nuestro té y bocadillos. Estaba seguro de que cerraron la puerta antes de irse. También hay dos guardias apostados justo fuera de la puerta.
—Me excusaré por un momento. —Les dije a los caballeros en voz baja.
Me levanté y caminé hacia la puerta entreabierta. Me aseguré de caminar en el punto ciego, si acaso alguien realmente estaba fisgoneando dentro de la habitación y escuchando nuestra conversación. Cuando estaba justo junto a la puerta, la abrí rápidamente y de un solo golpe alguien cayó al suelo con un golpe.
—Ay, ay, ay. —Escucho la voz familiar de una niña.