Abro un poco los ojos desorientada. La luz en la habitación estaba un poco tenue pero todavía había algo de luz del sol afuera.
—¿Ya es tarde? —me pregunté a mí misma—. ¿Qué pasó?
Me levanté de mi cama pero mi cuerpo se sentía pesado y tenía un dolor sordo. Entonces recuerdo lo que acaba de pasar esta mañana. Mi tía me llevó donde estaba escondida la otra mitad del colgante en el ala oeste del palacio. La habitación a la que fui por seguro tiene una trampa mágica que se activa cuando mi tía no está en contacto físico con una persona que está adentro.
«Necesito tener un plan y entrar en esa habitación para llevarme el colgante» —pensé—. Y no había nadie más que Jack que pudiera ayudarme con esas trampas mágicas.
—Martha. —llamé.
No pasó mucho tiempo y la puerta se abrió y Martha entró en la habitación.