Después de la cena, Regaleon y yo dimos un tranquilo paseo de la mano por la orilla del mar una vez más. Pero debido a que la luna está en su fase cuarto menguante, no estaba dando demasiada luz. Las enormes perlas de noche que estaban aquí hace unas noches fueron recogidas y se encuentran guardadas en un lugar seguro.
—No nos alejemos tanto —Regaleon dijo con una voz calmada y yo asentí de acuerdo.
Todavía estábamos cerca de las escaleras que subían a la mansión, donde las luces estaban brillantemente encendidas. El mar estaba teñido de oscuridad debido a la poca luz. Todo lo que puedo escuchar eran las tranquilas olas bañando la costa.
—Todavía nos quedan unos días para admirar el mar. Volveremos a la capital de Alvannia después de que hayas recuperado tus fuerzas —dijo Regaleon—. ¿Por qué no volamos sobre el mar en Tempestad mañana por la mañana?