—Princesa, rara vez sonríes. Deberías sonreír más a menudo, te ves hermosa —dijo Tricia.
—¿En serio? —pregunté.
—Sí, eres realmente hermosa cuando sonríes, princesa —dijo la voz de un hombre. La voz venía de al lado del poste del cenador.
Un joven de cabello rubio con ojos azules surgió de detrás del poste del cenador.
—Will —lo saludé.
—Hola Alicia —Guillermo me estaba sonriendo. Su sonrisa era cálida y confortable. A diferencia de la sonrisa de León, que es brillante como el sol.
«¿Por qué estoy diferenciando la sonrisa de Will y León? Alicia, eso es incorrecto.» Me regañé a mi misma pensando en esas cosas.
—Una de tus sirvientas en tu patio me dijo que estabas aquí —dijo Will. Se acercó hacia mí.
—Por favor, siéntate —le dije a Will—. Estoy tomando un descanso de mis estudios.
—¿Oh es eso así? ¿Estoy molestando? —preguntó Will.
—Claro que no. Eres libre de unirte a mí si lo deseas. Voy a tener clases de equitación a continuación —dije.