"Abigail entró en silencio en la habitación, sus pasos amortiguados por el suelo alfombrado. Sus ojos cayeron sobre Cristóbal tumbado en la cama sin cambiarse de ropa, su respiración profunda y larga que puntúa el silencio. Se quedó allí durante un momento, contemplando si ayudarlo a cambiarse o dejarlo descansar sin interrupciones. Con el corazón apesadumbrado, decidió no perturbar su sueño, convencida de que debía estar agotado.
Procedió a cambiarse a su propio pijama, preparándose para dormir. Sin embargo, al acostarse, el inquietud la consumía. A pesar de su fatiga, el sueño la evadió. Su mirada se desviaba repetidamente hacia su forma inmóvil, anhelando el calor de su abrazo y las sonrisas afectuosas que una vez adornaron su rostro.