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Lucas se apoyó en el marco de la puerta de la sala de estar, observando a Amy mientras relataba animadamente los eventos del parto de Sonia y el improvisado baby shower en el hospital.
Sus manos se agitaban en el aire y caminaba de un lado a otro, sus palabras salían en rápida sucesión.
—¡Y luego los tacones de Candace se rompieron justo en medio de meter a Sonia en el coche! —exclamó Amy, su rostro iluminado por la risa—. Ella estaba saltando en una pierna, gritándole a Jade que se apurara, y la pobre Sonia simplemente nos lanzaba miradas fulminantes, tratando de no gritar. Ni siquiera sé cómo lograron llevarla al hospital sin que ella mordiera la cabeza de alguien.
Lucas rió, su sonrisa se ensanchó al observarla. Su entusiasmo era contagioso. Ella estaba radiante —no el tipo de brillo del que la gente habla cuando se refiere a maquillaje o buena iluminación, sino una energía profunda y radiante que venía de adentro.