La mañana siguiente, Tom y Lucy estaban lado a lado en el baño, cepillándose los dientes mientras se preparaban para bajar a desayunar.
Tom observaba a Lucy en el espejo, su mirada cálida mientras notaba sus ojos soñolientos y su cabello alborotado. Ella parecía perdida en sus pensamientos, sus movimientos lentos y relajados, sin siquiera notar la manera en la que él la miraba.
Cuando terminaron, volvieron juntos al dormitorio. Tom no pudo evitar arquear una ceja al verla deslizarse en su atuendo para el día.
—¿En qué estás pensando? —preguntó, mientras se ponía su camisa, sin dejar de mirarla.