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La anticipación del fin de semana flotaba en el aire y conforme el reloj se acercaba al cierre del trabajo el viernes, Lucas entró en el estacionamiento de I-Global.
Aunque faltaban todavía treinta minutos para el fin oficial de la jornada laboral, Lucas no podía esperar para ver a Amy y comenzar su fin de semana juntos.
Durante toda la semana, había intentado limitar la frecuencia y duración de sus visitas a pesar de las protestas de ella, y le había hecho falta pasar tiempo de calidad con ella.
En el momento en que el reloj marcó las 5 p.m., Lucas salió del coche y se dirigió a la entrada del edificio, que ya veía un goteo de empleados listos para terminar el día.
Apoyado con casualidad contra la pared, Lucas esperó, sin querer entrar a la empresa. Su presencia era difícil de ignorar, no solo por su estatura y atractivo físico, sino también por la única rosa roja que llevaba juguetonamente entre sus labios.