Mia despertó al suave trino de su teléfono, la luz de la mañana filtrándose a través de las cortinas en delicadas corrientes.
Una sonrisa adormilada tiró de sus labios mientras se estiraba para contestar la llamada, su corazón se elevaba al ver el nombre de Jeff en la pantalla.
—Buenos días, dormilona —la voz de Jeff la saludó, su tono ligero y burlón.
—Morning —respondió Mia, estirándose perezosamente bajo las sábanas.
Hoy se sentía más viva, el peso del pasado parecía un poco más ligero. Le parecía que cada día que despertaba en la casa de sus padres sin preocuparse por Henry, se sentía mejor que el anterior.
—¿Dormiste bien? —Jeff preguntó mientras la escuchaba bostezar.
—Demasiado bien. ¿Y tú?
—Igual aquí.
—¿Qué está pasando por allá? ¿Algún noticia de Shawn todavía? —Mia preguntó ya que eso era lo único que todavía le molestaba. Quería que Jeff dejara ese lugar.