Mientras Harry conducía el coche hacia la penitenciaría donde Sara estaba siendo retenida, sus ojos captaron las manos de Candace y cómo las frotaba juntas ansiosamente.
—Si no te sientes preparada, puedo entrar solo cuando lleguemos. No tienes que enfrentarte a ella si no quieres —dijo Harry suavemente.
—Tengo que enfrentarla. Necesito hacerlo —dijo Candace mirando por la ventana.
Había estado pensando en esta visita desde que se despertó esa mañana. Se había estado preguntando cómo se iba a sentir cuando estuviera cara a cara con Sara. ¿Sentiría lástima por la mujer? ¿Sentiría ira? ¿Sería odio? ¿Qué le iba a decir? ¿Le preguntaría por qué hizo todo eso?
—Necesito ver el rostro de la mujer que tuvo el descaro de vender y abandonar a sus propios hijos por la fama. Tengo que ver el rostro de la mujer que fue tan desvergonzada y cruel como para querer cosechar ilegalmente el órgano de su hija —dijo Candace, su voz cargada de emoción.