Desmond entró al dormitorio que compartía con su esposa para ver si estaba lista para irse, y justo cuando abrió la boca para quejarse de que ella los estaba retrasando, se detuvo al notar que ella se estaba limpiando los ojos.
—¿Estás bien, Eve? —preguntó acercándose a ella, y ella asintió con la cabeza mientras sollozaba.
—Estoy bien. Estoy solo muy feliz. No puedo superar el hecho de que uno de nuestros bebés se va a casar —dijo con una sonrisa temblorosa y Desmond sonrió.
—Bueno, el hombre al que te refieres como tu bebé está a punto de darte un nieto, así que ya no es tanto un bebé —dijo y ella se rió suavemente.
—Eso ya lo sé, tonto. Pero ¿adónde se fue todo el tiempo, Des? Parece que fue ayer cuando no se quería ir a la cama sin antes ser acurrucado, y ahora está a punto de comenzar su propia familia —dijo y él se encogió de hombros.