Harry, que estaba bebiendo de una copa de vino mientras veía una película y esperaba que el sueño llegara, miró hacia la puerta cuando escuchó el sonido de su timbre. Soltó un suspiro al preguntarse por qué a Tom le gustaba usar el timbre incluso cuando sabía la contraseña de la puerta. Decidió ignorarlo, esperando que captara la indirecta y abriera la puerta él mismo, pero Tom siguió tocando el timbre.
Cuando Harry se cansó del molesto sonido, dejó la copa de vino sobre la mesa y se levantó. Una vez que llegó a la puerta, confirmó que su visitante era Tom a través del monitor de seguridad, antes de desbloquear la puerta. Volvió a la sala de estar sin esperar a Tom.
—¿Qué te tomó tanto tiempo para abrir la puerta? —Tom preguntó frunciendo el ceño.
—¿Qué te impidió abrir la maldita puerta tú mismo cuando ya conoces la contraseña? —Harry replicó, devolviendo el ceño fruncido.
