Lucy observó a Anita mientras volvía a la sala de estar con una bandeja que contenía dos platos de galletas de chocolate. Dejó un plato en el taburete del salón junto a Lucy y el otro en otro taburete, antes de volver a entrar con la bandeja para buscar una tetera, tazas de té, un bol de azúcar y crema.
Al ver que Anita había optado por servir té y galletas en lugar de refrescos o algo sencillo, Lucy se volvió curiosa sobre el origen y la educación de Anita. Todo acerca de la señora, desde su porte y conducta hasta incluso cómo hablaba y reía, parecía elegante y refinado. Era casi como si estuviera preparándose para casarse con una familia real o de alta clase. El té sería lo último que ella pensaría en servir a un invitado en su apartamento. No cuando había vino, cerveza o bebidas de refresco enlatadas.
—Por favor, sírvete —dijo Anita, después de verter un poco de té en la taza de Lucy y colocarlo en un platillo.