El sonido de un despertador estridente sacudió a Lucas y lo despertó. Manoteó en la mesita de noche, su mano finalmente aterrizando en la fuente del estrépito. Con un gemido, silenció el insistente pitido.
Aunque todavía estaba muy agotado por el largo vuelo y su falta de sueño desde los últimos días, sabía que tenía que ponerse en marcha si no quería llegar tarde a sus clases.
Se sentó en la cama, parpadeando para alejar los restos del sueño antes de estirar sus rígidos músculos.
—¿Por qué sonó su alarma más temprano de lo usual? —se preguntó cuando vio que todavía no eran las siete de la mañana.
Mientras miraba alrededor del dormitorio, sus ojos se posaron en su maleta, y entonces recordó la razón por la que había ajustado la alarma más temprano de lo habitual. Era para poder desempacar y organizar sus cosas antes de salir para su entrenamiento.