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Un persistente bajo zumbante vibraba a través del cráneo de Mia, arrancándola de las profundidades del sueño con un gemido. Parpadeando para alejar las últimas telarañas del sueño, se enfocó en los patrones giratorios de luz del sol en el techo de su dormitorio.
La música, retumbando desde algún lugar debajo, vibraba a través de las tablas del suelo. ¿Por qué estaba tan alta como si estuviera en un club? se preguntó.
Confundida, Mia se sentó, con el cabello hecho un desastre enredado alrededor de su cara. Su mirada se dirigió a la fuente de la música —un altavoz portátil colocado precariamente sobre su escritorio, parpadeando como una mini luz estroboscópica.
Un movimiento al pie de su cama captó su atención y el pánico se encendió en su pecho, reemplazado por una ráfaga de aire frío cuando finalmente tomó en cuenta la figura desparramada en el suelo junto a su cama.
—Jeff.