En el momento en que Lucy entró en la casa, Sonia, que la esperaba, tomó su mano y la arrastró hacia el porche, ya que todos los demás habían pasado al estudio para discutir los arreglos funerarios de su abuelo, mientras una de las amas de llaves atendía a Amanecer y la preparaba para la cama.
—¿Qué pasa? —preguntó Lucy mientras seguía a Sonia.
—Debería preguntarte yo. Noté cómo te comportabas con Amanecer durante la cena. ¿Pasó algo durante la siesta que me eché? —preguntó Sonia mientras caminaban a través de la puerta que llevaba al porche.
—¿Es necesario que pase algo para que yo sea amable con la niña? —preguntó Lucy y Sonia negó con la cabeza.
—No. No exactamente. Pero parecía que te esforzabas mucho para que todos hablaran con ella —dijo Sonia mientras se sentaban en los columpios y Lucy asintió.
—Sí, lo estaba. Antes, cuando fui a ver cómo estaba, la encontré llorando silenciosamente en la habitación de invitados.
—Aww. Pobrecilla—dijo suavemente Sonia.