Lucy casi se había quedado dormida en su coche cuando escuchó el golpe en la ventana y abrió los ojos para ver a Sonia alumbrando dentro del coche con la linterna de su teléfono.
Lucy sonrió mientras abría la puerta y bajaba para encontrarse con Sonia y Bryan, quienes tenían los brazos entrelazados como si tuvieran miedo de soltarse.
—Lamento que hayamos tenido que echarte de tu apartamento —dijo Bryan, y Lucy descartó la disculpa con una sonrisa.
—No me importa. ¿Ambos resolvieron las cosas, verdad? —Lucy preguntó, mirando a Sonia, cuyos ojos brillaban felices.
Sonia asintió con la cabeza, —Supongo que vas a ser madrina después de todo —dijo Sonia, y Lucy sonrió felizmente mientras la abrazaba.
—Muchas gracias, Lucy. Gracias por convencer a tu obstinado mejor amigo para que hablara conmigo —dijo Bryan y rió cuando Sonia le pellizcó el costado.