Aunque Aaron le había pedido a Sara que consiguiera un trabajo en vez de molestarlo ayudándolo con sus tareas, Sara no le prestó atención.
Sara se dedicó a limpiar todo el lugar y a reorganizar todo de tal manera que el estudio se volvió más espacioso y comenzó a verse como un hogar.
Después de limpiar y prepararles el desayuno todas las mañanas, se sentaba en el estudio charlando con las modelos que llegaban y haciéndoles preguntas.
Pronto, le pidió a Aaron que le enseñara cómo usar la cámara para que pudiera trabajar junto a él cuando tuviera muchas personas a las que atender al mismo tiempo o cuando él no estuviera disponible.
Viendo cuánto interés mostraba en su negocio, Aaron aceptó enseñarle todo sobre fotografía, y pronto ella se volvió casi tan buena como él.
Una vez que fue capaz de manejar el estudio por sí misma, lo animó a comenzar a aceptar trabajos fuera del estudio, ya que eso le traería más dinero.