—Buenos días, Lucy. Siento mucho haber llegado sin avisar y haberte interrumpido así. No respondiste a mi mensaje de texto, así que decidí pasar a ver cómo estás —dijo Anita con su habitual sonrisa mientras observaba de cerca el rostro de Lucy.
—Te hubieras ahorrado el estrés de venir hasta aquí si simplemente me hubieras llamado —señaló Lucy con una sonrisa propia mientras se sentaba en su silla mirando fijamente a Anita e intentando averiguar qué trama ahora.
—Bueno, ya estoy aquí, así que supongo que no importa —dijo Anita con una carcajada corta mientras tomaba el asiento frente a Lucy—, ¿Qué fue eso? —Preguntó con una sonrisa inocente en su rostro mientras movía su cabeza en dirección a la oficina de Tom.