Después de una larga noche con las damas y muchas charlas y risas, Heaven volvió a casa para dormir en su cama después de tanto tiempo. No había lugar como el hogar, y tener a su madre durmiendo a su lado lo hacía todo mejor.
Su madre le acarició la mejilla. —Cuánto has crecido —dijo, sonando triste—. Has pasado por mucho.
Heaven le sonrió.
—Quiero que seas feliz ahora. No te preocupes por mí o por tu padre. Hemos tenido muchos años hermosos juntos y si está destinado a ser, entonces tendremos muchos más —dijo.
Heaven asintió. —Todo va a estar bien —no sabía si se lo estaba diciendo a sí misma o a su madre.
Sosteniendo las manos, ambas se fueron a dormir.
Cuando llegó la mañana, Heaven despertó sola en su cama. Su madre se había ido. En cambio, encontró a Kate preparando un baño.
—Kate —oh, cómo la había echado de menos, pero Kate ni siquiera sabía de su ausencia.