—Mi señor, hemos traído a la bruja.
—Tráiganlo —ordenó Lothaire.
Sus sirvientes llegaron arrastrando al brujo y luego lo empujaron de rodillas bajo el trono. Lothaire miró al joven brujo, quien lo miró con total desdén. En el fondo, también estaba asustado, pero era bueno escondiéndolo.
Los sirvientes lo mantuvieron en su lugar, aunque el brujo sabía que no tenía sentido escapar. Lothaire se levantó de su asiento y bajó las escaleras para acercarse al chico. Era joven y no sabía cómo defenderse.
Lothaire lo había encontrado a través de El Ojo. Su nombre era Ivan. Era un chico dotado, pero consideraba sus dones una maldición y vivía ocultándolos por miedo a salir lastimado.
—Muestra tu verdadera apariencia —exigió el chico.