"Apagar la vela de otro no hace que la tuya brille más fuerte."
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Lothaire invitó a Zarin a su casa en uno de sus reinos ocultos. Lo llevó a su lujoso salón y le pidió que se sentara. Iba a ser una larga e interesante conversación, y él quería ambientar el lugar.
Tezz tenía razón. Cuanta más gente tuviera de su lado a la que Heaven cuidara, más grande sería la oportunidad de que ella se quedara con él una vez que consiguiera hacerse con ella.
Vertió algo de vino para sí mismo y Zarin, y le entregó el cáliz dorado antes de sentarse.
—Entonces, ¿dices que amas a mi nieta? —preguntó Lothaire.
Zarin asintió.
—¿Y Zamiel no la ama? ¿Solo la manipula? —continuó Lothaire.
El chico asintió de nuevo.
Lothaire bebió un sorbo de su vino, observando a Zarin atentamente.
—¿Por qué la manipularía? —preguntó.
Zarin suspiró. —La está usando. Odia a las brujas y quiere vengarse de ellas.