Klara estaba en su habitación, pensando en lo que Roshan le había dicho.
—Soy un demonio.
¿Un demonio? Klara se había reído aunque él sonaba serio. —Si tú eres un demonio, entonces yo soy un ángel.
—Te creería si me lo dijeras —dijo él.
La forma en que la había mirado en ese entonces la había dejado sin aliento. ¿Cómo podía decir esas palabras? Palabras que hacían que su corazón latiera acelerado y su cuerpo se estremeciera. Palabras que hacían que sus mejillas ardieran y su respiración se entrecortara. Tal vez él era un demonio después de todo, seduciéndola lentamente por el camino del pecado.
¡No! Necesitaba mantenerse lejos de él o de lo contrario podría terminar haciendo algo de lo que se arrepentiría.
—Klara —Irene asomó la cabeza desde detrás de la puerta—. ¿Se había vuelto Klara sorda o es que la gente de esta casa no sabía cómo llamar a la puerta?
—Adelante.