Año 2023 en algún café en Los Ángeles
A medida que el sol comienza a descender en el horizonte, las luces del café se encienden, creando un ambiente íntimo y acogedor. El aroma del café recién hecho y los pasteles recién horneados llenan el aire, estimulando los sentidos y creando una sensación reconfortante.
El murmullo suave de las conversaciones y risas animadas se mezcla con la música de fondo suave y relajante, creando una atmósfera animada pero tranquila. La suave luz de la tarde se filtra a través de las cortinas y ventanas, creando una atmósfera cálida y difusa que invita a la relajación.
Las mesas y sillas están dispuestas de manera que los clientes puedan disfrutar de una conversación tranquila con amigos o sumergirse en un buen libro. Algunas personas trabajan en sus laptops, sumergidas en sus tareas mientras disfrutan de una taza de café caliente.
El personal del café se mueve con gracia, atendiendo a los clientes con una sonrisa amistosa y un servicio atento. El tintineo suave de las tazas y platillos agrega un toque de encanto a este oasis de tranquilidad.
Desde el exterior, se puede ver cómo el mundo sigue su curso, pero dentro del café, el tiempo parece detenerse, permitiendo a los visitantes desconectarse de las preocupaciones diarias y sumergirse en el placer de una tarde relajada.
En medio del bullicio animado del café, un hombre solitario se sienta en una esquina apartada, su rostro hundido entre sus manos temblorosas. El sonido de su llanto apenas audible se mezcla con las risas y charlas de los demás clientes, creando un contraste desgarrador en el ambiente.
El lugar, que anteriormente irradiaba calidez y alegría, parece detenerse por un momento, como si el tiempo se hubiera congelado alrededor de este hombre afligido. La música suave y las luces suaves ahora parecen crear un halo de tristeza que envuelve al hombre en su propia burbuja de dolor.
Las luces tenues del café destacan su desolación, mientras el suave murmullo de la gente se convierte en un recordatorio constante de su aislamiento emocional. Los olores tentadores del café y las delicias del lugar se mezclan con la amargura de su tristeza, creando una dualidad abrumadora.
Los demás clientes parecen sumidos en sus propias conversaciones, ajenos a la tormenta interna que atraviesa al hombre. Algunos le echan miradas fugaces, pero pocos se atreven a acercarse, tal vez temiendo invadir su privacidad o desconcertados sobre cómo ofrecer consuelo.
El personal del café, consciente de su dolor, muestra un gesto amable y respetuoso. Con discreción, le ofrecen un vaso de agua y un pañuelo, dejándolo en paz para que pueda lidiar con sus emociones sin sentirse observado.
El tiempo parece transcurrir de manera lenta, y el hombre llorando se convierte en un punto focal en medio del bullicio.
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John se sentó en un rincón tranquilo del café, su mirada perdida en el reloj que marcaba el tiempo que había acordado encontrarse con su novia. La esperanza y la angustia luchaban dentro de él mientras esperaba ansiosamente su llegada.
El aroma del café y las voces alegres de los clientes llenaban el aire, pero John apenas era consciente de su entorno. Su mente estaba atrapada en la agonizante repetición de intentos fallidos para salvar a la mujer que amaba. Una sombra de tristeza y desesperación oscurecía sus ojos, y el peso de la responsabilidad recaía sobre sus hombros.
Una hora pasó, y su novia aún no aparecía. El reloj marcaba un tiempo que John conocía demasiado bien, el tiempo que siempre llegaba después de su intento fallido número diez mil. Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas que comenzaban a derramarse nuevamente.
En ese momento, la camarera se acercó con una sonrisa amable. "¿Te gustaría otra taza de café?" preguntó gentilmente.
John asintió con un movimiento cansado de cabeza, agradecido por el gesto amable. Mientras esperaba por su café, observó a las personas que disfrutaban de su tiempo en el café. Parecían felices, sin la carga de un don que solo le había traído dolor y sufrimiento.
El poder que poseía para controlar el tiempo, que una vez fue un regalo asombroso, ahora parecía una maldición que lo atormentaba. Se preguntaba si debía renunciar a su búsqueda.
El café que tenía frente a él se enfrió mientras John se perdía en sus pensamientos. Las lágrimas comenzaron a empañar su visión una vez más, pero esta vez, no las dejó caer. Respiró hondo, tomando una decisión.
"No habrá un día en el que me rinda" John grito en voz alta causando la atención de todos los presentes, sin importarle lo que pensaran los demás John siguió buscando una solución en su mente la cual no pudo conseguir.
Después de ese doloroso momento en el café, John se levantó con una determinación renovada. Había llegado a un punto en el que se dio cuenta de que no podía hacer esto solo, que necesitaba ayuda para desentrañar el complejo entramado de causalidades que lo atormentaban.
Decidió que buscaría a las mentes más brillantes de la historia del mundo, personas cuyas mentes prodigiosas podrían arrojar luz sobre su situación y ayudarlo a encontrar una solución.
John se levantó y puso un billete de cien dólares en la mesa y le dijo a la camarera que se acercaba "el vuelto es tu propina".
Dejando atrás a la emocionada camarera John se apresuró hacia un lugar en concreto. Cuando llegó allí vio una escena que había visto muchas veces, pero no importa cuántas veces la vea le provoca un sufrimiento insoportable en el pecho.
En medio de la calle, el sol se ponía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. La calle estaba en silencio, marcada por la tragedia que acababa de ocurrir. La novia de John, yacía inerte en el pavimento, su cuerpo cubierto por una manta blanca, una dolorosa escena que contrastaba con la vida y el movimiento que antes llenaban la ciudad.
John estaba arrodillado junto al cuerpo sin vida de su amada, con la mirada perdida y los ojos enrojecidos por las lágrimas que había derramado. Un vacío abrumador llenaba su corazón, mientras su mente luchaba por aceptar la devastadora realidad.