Johnathan William, profesor de la Clase F en la Academia Mágica Imperial, empieza su segundo día de clases con una decisión deliberada. Después del suave inicio de bienvenida, se dispone a crear un riguroso espacio de entrenamiento privado para sus estudiantes, pues prevé que este día será bastante más desafiante.
Llama al frente a los estudiantes más despreocupados y temerosos, y los introduce primero en la sala de entrenamiento. Este espacio solitario posee una gravedad diez veces mayor a la normal. Johnathan les anuncia que allí practicarán su esgrima durante una hora. No los obligará a entrenar, pero deben recordar que si no cumplen con un estándar de fuerza para fin de mes, serán expulsados de su clase y relegados dos niveles. Son diez estudiantes, cuyos nombres no menciona. No lo hace porque, en realidad, aún no los sabe. Aunque no es egocéntrico, tiene la costumbre de no recordar los nombres de aquellos que considera débiles. Desafortunadamente, todos en su salón son, a su parecer, extremadamente débiles; en sus ojos, ni siquiera son diamantes en bruto, sino simples piedras que planea pulir hasta transformarlas en un concreto sólido sin necesidad de mezclar con nada.
Johnathan sale y busca a los problemáticos. "Ustedes", dice, y los lleva a un área completamente diferente. Reflexiona que la razón por la que los perezosos son perezosos es porque aspiran a ser hechiceros sin comprender que para ser un mago completo, se debe dominar cada área, de lo contrario, surgirán muchos defectos, como la resistencia y la velocidad. Los perezosos del salón poseen un nivel de maná de platino de tres estrellas, pero su Qi es equivalente al de un plata de una estrella, mientras que los fuertes y abusones son todo lo contrario: su maná es deprimente, pero su Qi y su técnica de densidad de Qi son bastante buenos.
Johnathan sostiene que para crear al mago perfecto, en la actualidad y debido a su enseñanza, se deben dominar todas y cada una de las áreas. Los lleva a un descampado en el que levanta un muro de color azul, y crea un hechizo que genera torrentes de agua a presión en una dirección, dirigido a aquellos estudiantes que necesitan mejorar su maná.
De repente, crea una niebla de color azul muy leve, y les informa que a partir de ese momento, solo podrán usar su Qi para escribir, y deberán emplear su armadura rúnica escribiendo en su cuerpo lo que han aprendido en el año anterior. Al ver el miedo en sus ojos y escuchar sus excusas por no recordar lo que se les enseñó, Johnathan insiste en que para este momento, deberían tener el conocimiento suficiente para llegar a un nivel diamante de cinco estrellas sin problemas. Les advierte que si no pueden hacerlo, significa que simplemente han hecho trampa para pasar los exámenes, y que si no pueden superar este desafío, tendrán que retroceder dos años y volver a cursar esas clases.
"Disponen del resto de la clase y el resto del mes para lograrlo", dice en voz alta. "Si no lo hacen, ya saben que definitivamente no han pasado la prueba, porque esta será su tarea a partir de ahora hasta fin de mes".
Concluyendo su discurso, Johnathan deja la clase en un estado de sorpresa y ansiedad. El misterio de que ni siquiera sabe sus nombres, pero ya los está empujando a entrenar más de lo que lo han hecho en toda su vida, deja una marca.
Se retira del espacio privado que ha creado mediante una puerta mágica y la deja abierta para que los estudiantes puedan irse cuando termine la clase. Se va cinco horas antes de que termine su tiempo asignado, decidido a pasar esas horas en la biblioteca, en busca de nuevo conocimiento, aunque admite que es realmente difícil de encontrar.
En su camino, se encuentra con una estudiante de la Clase A de segundo año. La reconoce como Lady Donna, la hija del emperador Glais. Saluda a la joven con respeto, "Lady Donna, mucho tiempo sin vernos", a lo que ella, visiblemente nerviosa, le responde llamándolo "Pequeño Johnathan". Le dice que estaba buscándolo y, ante su curiosidad, le explica que ha estado teniendo problemas para condensar su Qi. Sabiendo que Johnathan es el creador de la técnica de condensación, le pide que le enseñe. Él sospecha de sus palabras, ya que ella ya tiene un control perfecto de la armadura rúnica y, si eso es cierto, su densidad de Qi debería ser excelente. Sin embargo, le ofrece tomar una taza de té en la cafetería para hablar más del tema. Ella accede, dando inicio a una nueva conversación que promete ser igual de intrigante que la clase que acaba de dejar.