Dairo bajó rápidamente las escaleras y llegó a una pequeña sala donde una alfombra verde cubría el piso de madera. (Observó atentamente el lugar)
Nada se veía diferente al juego, excepto por la existencia de dos puertas misteriosas. Podrían ser el baño y la habitación de la mujer, pero abrirlas ahora podrían atraer atención innecesaria.
"Mejor no arriesgarme todavía."
Un televisor en la esquina llamó su atención. Era más grande que el de su habitación, pero lo que de verdad le interesó fue la película que transmitían:
⌈ Cuatro niños caminaban alegremente en las vías del tren, cuando de pronto escucharon el
silbato de un tren acercándose a toda velocidad.
En su desesperado intento por apartarse, un Pikachu que los acompañaba resbaló y su pata quedó atorada entre los tablones.
¡El tren estaba casi sobre ellos!
Pero uno de los niños sacó un Bulbasaur, y logró rescatarlo usando Látigo Cepa. ⌋
Ese breve vistazo aumentó sus ganas de tener su propio Pokémon.
Estaba tan absorto en la película que no se dio cuenta de la persona a sus espaldas hasta que su voz fría lo sobresaltó:
—¿Piensas quedarte ahí todo el día?
No necesitaba voltear para saber que la mujer estaba enojada.
Ella se encontraba en el comedor acariciando a un pequeño gato.
—¡Un Pokémon de verdad! (exclamó)
—¿Pokémon de verdad? (confundida)
"¡Diablos, hablé sin pensar!"
Reprimiendo su miedo, Dairo trató de corregirse torpemente:
—Quise decir... ¡Es la primera vez que veo un Meowth tan lindo! Digo, lo veo a diario en casa, pero hoy se ve especialmente adorable.
Forzó una sonrisa, pero la mirada inquisitiva de la madre le indicó que su actuación no era convincente. Podía ver la preocupación en su cara.
—Te noto muy raro... ¿Seguro que te sientes bien?
—S-sí, no te preocupes, estoy perfectamente. (se apresuró a responder)
Trató de quitarle importancia fingiendo tranquilidad, pero los nervios lo consumían. En un intento por calmarse, extendió la mano para acariciar a Meowth. (Grave error)
Recibió un fuerte arañazo.
La madre lanzó un grito ahogado, pero rápidamente corrió a auxiliarlo.
—¡Déjame ver! Ay... no te muevas, ahora vuelvo.
Empezó a desinfectar la herida cuidadosamente, mientras que Dairo hacía muecas de dolor. Finalmente, envolvió su mano y parte del brazo en una venda exageradamente grande.
—Listo, con esto bastará. Trata de no forzar este brazo. ¿Cómo te sientes?
Dairo miró el enorme vendaje innecesario y contuvo un suspiro. Al menos el incidente ayudó a desviar las sospechas sobre su extraño comportamiento.
—Mucho mejor, gracias. (murmuró, forzando una sonrisa)
"Debo tener más cuidado de ahora en adelante."
Para sorpresa de Dairo, Meowth claramente no le tenía ningún cariño. Esto lo desconcertaba, ya que siempre se había llevado bien con los gatos.
—Qué extraño, normalmente no se porta así. ¿Seguro que no le hiciste nada? (visiblemente molesta)
"¡Como si yo tuviera la culpa!" (pensó Dairo, pero rápidamente se calmó)
Después de todo, no conocía la relación anterior entre Dairo y Meowth.
Cuando Dairo se disponía a salir, la mujer lo detiene:
—Espera, ¿no desayunarás antes de irte?
"Hace un rato, ella misma me estaba apurando, ¿qué está pasando?"
—No, gracias. Se me hace tarde.
No podía entretenerse más, todavía estaba en la introducción del juego y no quería arriesgarse a que alguien más encontrara los objetos que necesitaba.
Pero antes de que Dairo pudiera salir por la puerta, sintió unos brazos que lo envolvían en un apretado abrazo. Dairo se tensó, incómodo. No estaba acostumbrado a las demostraciones físicas de afecto.
—Vas a arrugar mi ropa... ¿Puedes soltarme, mamá?
No le hizo caso. Lo estrechó con más fuerza, acariciando suavemente su cabello.
—Prométeme que te cuidarás mucho ahí afuera. Y no olvides llamarme todos los días. (suplicó en voz baja)
Dairo sintió una punzada de culpa. A pesar de no conocer a esta mujer, se notaba genuinamente preocupada por él.
—Está bien, mamá.
Ella finalmente lo soltó secándose las lágrimas, pero esbozando una sonrisa. También insistió en transferirle algo de dinero a su cuenta bancaria a través de un ingenioso sistema de tarjetas electrónicas.
Siguiendo sus instrucciones, acercaron ambas tarjetas hasta hacer contacto con la otra. Dairo escuchó un pitido y vio cómo los números en la tarjeta se actualizaban al instante:
Cuenta de Dairo
[ Transferencia realizada ]
+3000Đ ➜ 12Đ = (3012Đ)
"Así que este mundo tiene tecnología avanzada para pagos y transferencias."
Guardó su tarjeta con sumo cuidado en la mochila. Luego de despedirse por segunda vez, finalmente estaba listo para partir.
Tras despedirse, Dairo corrió a toda velocidad hacia el imponente edificio que
se alzaba a las afueras del pueblo:
Laboratorio Pokémon
Al llegar, se detuvo un momento para recuperar el aliento y observar la construcción con ojos brillantes. "No puedo esperar para elegir a mi primer Pokémon."
Rápidamente, se acercó y llamó ansiosamente a la puerta. Tocó una y otra vez, pero nadie le respondía. Extrañado, Dairo siguió insistiendo un rato más sin resultado.
¿Dónde podría estar el profesor Oak?
Mientras Dairo se preguntaba si debía intentar entrar, un hombre extravagante con lentes se acercó: —¡Hola! Disculpa, joven entrenador. El laboratorio se cerró hace una hora.
Dairo giró hacia el hombre con una expresión de pánico.
—¡No puede ser! ¡Se supone que hoy recibiría mi primer Pokémon!
—Oh cielos. Me temo que llegas demasiado tarde. (respondió sin perder su tono alegre) Tendrás que volver el año entrante para iniciar tu viaje. ¡La tecnología es increíble!
Dairo cayó de rodillas, totalmente abatido.
—¡Anímate! Estoy seguro de que la próxima lo lograrás. Solo prepárate mejor. (dijo antes de irse)
Dairo permaneció de rodillas en el suelo, procesando la frustrante noticia.
—No es justo... ¡Es como si hubiera fallado el reto antes de empezar! (se quejó en voz alta) ¡La dificultad de este mundo es demasiado injusta!
El sonido de una puerta cerrándose de golpe interrumpió sus lamentos:
—¡Oye, tú! ¿Se puede saber qué haces armando escándalo en mi propiedad?
Sobresaltado, alzó la mirada. Frente a él estaba un hombre mayor con cabello despeinado de color gris, enfundado en una arrugada bata blanca de laboratorio.
Sus cejas pobladas estaban fruncidas en una mueca de pocos amigos.
—¡Ah! ¿Es usted el profesor Oak? (preguntó mientras se incorporaba)
—¡Por supuesto que soy Oak! ¿Ves a otro anciano con bata por aquí? (bufó impaciente) Ahora dime de una vez qué haces en mi laboratorio.
Dairo retrocedió intimidado. El profesor no se parecía en nada al amigable investigador que imaginaba, comenzaba a lamentar haber deseado tanto ingresar a ese laboratorio.
—Perdón por el escándalo... Soy Dairo, uno de los nuevos entrenadores. Lamento mucho haber llegado tarde, me quedé profundamente dormido y perdí la noción del tiempo...
Oak soltó un resoplido de fastidio, cruzándose de brazos.
—Ah, sí. Eres el mocoso que nunca se presentó. Como verás, ya entregué los últimos Pokémon iniciales. Así que no podrás iniciar tu viaje.
Dairo negó rápidamente con la cabeza, rehusándose a aceptarlo.
—¡Tiene que haber alguna solución! ¡Me conformo incluso con un Pikachu!
El profesor frunció más el ceño y parecía que estallaría del coraje. Pero justo cuando Dairo pensó que lo echaría a patadas, la expresión de Oak se suavizó.
—Bueno... quizá pueda recomendarte un Pokémon. Sígueme.
(Dairo sonrió aliviado) —¡Sí, lo acepto, no importa cuál sea!
Al entrar al laboratorio, el profesor Oak señaló una maceta. Tenía una cabeza en forma de campana, un tallo delgado y dos pequeñas hojas puntiagudas.
La decepción lo invadió al ver a ese Pokémon tan endeble. Esperaba mínimo un Bulbasaur que habitualmente no era escogido por nadie. ¡Pero ni eso obtuvo!
Bellsprout mecía tranquilamente su cuerpo, ajeno a la decepción de Dairo.
Al notar su expresión abatida, el profesor Oak dice:
—Si no te agrada, no estás obligado a llevártelo. Puedes volver el próximo año...
Ante la posibilidad de irse con las manos vacías, Dairo respondió rápidamente:
—¡No, no, lo acepto!
"Es mejor que nada, podría capturar otro después."
—Muy bien, en ese caso serán 2000Đ. (declaró extendiendo la mano)
Dairo abrió los ojos como platos…
—Espera... ¡¿me vas a cobrar?!
—Por supuesto, el Pokémon no es gratis. (explicó con impaciencia)
Dairo sintió que le hervía la sangre. ¡Era el colmo que encima cobraran!
—¡¿Cómo te atreves a sacarle dinero a un niño?! ¡Maldito profesor Árbol!
Las pobladas cejas de Oak se crisparon peligrosamente.
—¡¿Cómo me llamaste?! ¡Mocoso, insolente! ¡Te estoy haciendo un favor!
Dairo respiró profundamente para calmarse, perder los estribos no le convenía en lo absoluto. Después de todo, estaba frente a un hombre que tenía décadas de experiencia lidiando con criaturas poderosas como los Pokémon.
Seguramente hasta tiene sus propios Pokémon, sería una locura enfrentarlo.
Tragándose su orgullo, Dairo suavizó el tono para responder. Apaciguar la situación era la solución menos peligrosa por ahora. Ya después encontraría la forma de desquitarse por ese humillante pago. De momento, lo primordial era conseguir un Pokémon.
—Está bien, pagaré los 2000Đ... ¿Acepta tarjeta? (masculló frustrado)
—Así me gusta, con buenos modales todo es más fácil. (sonrió complacido)
Oak no sabía nada sobre la tormenta emocional que atravesaba Dairo. Para él, su repentino cambio de actitud fue simplemente interpretado como un joven entrando en razón.
Ambos acercaron sus tarjetas para realizar la transacción...
Cuenta de Dairo
[ Transferencia realizada ]
-2000Đ ➜ 3012Đ = (1012Đ)
Aunque le dolió gastar el dinero, ya contaba con un Pokémon, por muy patético que fuera.
El profesor Oak regresó a Bellsprout a su Poké ball y luego sin cuidado la lanzó hacia Dairo.
Dairo la atrapa ágilmente en el aire y escucha un lejano eco musical en su cabeza, pero el sonido desapareció tan rápido que ni siquiera alcanzó a prestarle atención.
Centrando su atención en la Poké ball, habló con decisión:
—Bellsprout, desde ahora seremos un equipo. Trabajemos duro para recuperar el dinero que me robó ese anciano… y algún día ¡regresemos para vengarnos!
—Te recuerdo que sigo aquí. (carraspeó) También necesitarás esto en tu viaje. Es un Pokédex, registrará los Pokémon que veas o captures. (muestra un dispositivo rojo)
—¡Ni crea que pagaré un centavo por esa basura! (bufó en tono brusco)
—¡Modera tu lengua, mocoso! La Pokédex es gratuita.
Dairo recibió el Pokédex, al revisarlo vio que ningún Pokémon estaba registrado.
—¿No tendrá por ahí una Pokédex completa?
—¡Por supuesto que no!
Dairo guardó el Pokédex en su mochila, y tras despedirse sin mucho ánimo, partió rumbo a la siguiente ciudad esperando poder cumplir sus nuevos objetivos. Necesitaba volverse más fuerte, capturar mejores Pokémon, llenar esa condenada Pokédex...
Y algún día, buscaría la manera de vengarse del odioso profesor Oak.
Fin del capítulo.
Nota: Si encuentras algún error gramatical o falta ortográfica, te agradecería que me lo hicieras saber en los comentarios.