Los demonios eran una fuente de miedo para los Skullys, especialmente aquellos como Anón que apenas podían luchar contra ellos, a no ser que fueran numerosos. Sin embargo, hacer que alguien trabajara en conjunto en este mundo era increíblemente difícil.
Incluso antes de que Inmortui llegara, todos los habitantes se atacaban entre sí. El asesinato era un suceso cotidiano entre ellos. No había leyes, y solo los fuertes sobrevivían.
La idea de trabajo en equipo o ejércitos era ridícula para ellos. Mirando hacia atrás, los Skullys se preguntaban si tal vez por eso su universo entero había sido tomado tan fácilmente, a pesar de que tenían seres poderosos por todas partes.
Fue una sorpresa que Anón lograra convencer a Ekeke y Tuni, pero otros habían rechazado su oferta. Aún así, era un cambio que Anón podía ver, ya que todos tenían un enemigo común. La gente empezaba a unirse, pero era un poco tarde.