Tanto Edvard como Hikel no pudieron evitar mirar la armadura. Brillaba con tal poder que tenía un efecto hipnotizante de no dejar que uno apartara la mirada. Los dos lo habían visto antes, desde lejos cuando estaba luchando contra Ray, pero ahora lo veían de cerca.
—¿Crees que realmente necesitarás usar esa armadura? —preguntó Edvard, pensando que Quinn ya era lo suficientemente fuerte.
—Es una precaución, no sabemos qué saldrá de ahí y cómo eso podría cambiar todo rápidamente. —dijo Quinn.
No perdió tiempo, pateó el aire y su cuerpo comenzó a elevarse. Por supuesto, Quinn podía crear alas de aura de sangre de sombra o usar otro conjunto de equipo de bestia, pero las botas del asesino de dioses eran la mejor opción, ya que no afectaban su velocidad.