Adentro de la torre, Quinn había continuado forjando sin tomar ningún tipo de descanso. A veces él podía alimentar su cuerpo con Qi cuando lo necesitaba y luego quitarlo. Entonces en esos momentos, permitiría que su Qi se recuperara mientras dejaba que su cuerpo físico continuara trabajando en las armas.
La cosa era que, para crear un arma bien elaborada, se necesitaba infundir Qi en el martillo. Era un rasgo que había aprendido hace mucho tiempo sobre forjadores especiales. Aquellos que eran los mejores eran los que usaban Qi sin saberlo.
Debido a esto, no había mucho tiempo para descansar.
—¿No quieres tomarte un pequeño descanso? —preguntó Dober—. Envié a uno de los hombres afuera y regresaron con buenas noticias. Los Amra se están defendiendo.
—Aunque los Amra se están defendiendo, eso todavía significa que se están perdiendo vidas, ¡y no solo en un bando, sino en ambos! —respondió Quinn mientras continuaba golpeando el martillo en el molde—.