La ira en el rostro de Asura era genuina mientras estaba allí parado. En ese momento, sintió que había cometido un error, no sólo él sino él y Mundus. Si los dos nunca hubieran llegado aquí, si nunca hubieran intentado obtener este cristal, entonces este monstruo de ira quizás se habría quedado aquí hasta el fin de los tiempos, y ahora habían creado un enemigo del Universo.
Sólo con la llegada de Quinn, el que había recibido el título del Primer Asesino de Dioses había sido dado un objetivo, y la única persona que estaba en su camino en este momento era Quinn.
—¡ARGHHHH! —Asura gritó al gran espacio, ambas manos en su cintura. Una energía desbordante rodeaba todo su cuerpo, y los dos grandes guanteletes se iluminaron. Muchos de los pedazos flotantes de tierra que estaban sobre él se habían movido, siendo arrojados lejos por el simple sonido de su voz.
Los pedazos de tierra chocaron entre sí y formaron pedazos más pequeños a medida que eran empujados.
