Fue la última persona en ser llamada al escenario quien mostró abiertamente su desdén por las recompensas, una joven llamada Iree Johnston, no mucho mayor que Quinn. El arma que le fue dada era una lanza larga, de color rojo escarlata.
No todas las armas de sangre tenían esta coloración, pero las que Alex había creado eran especiales en porque el Hada de Sangre había añadido una gota de su propia sangre durante el proceso.
Por supuesto, esto las hacía un pasivo, ya que estas armas podrían ser utilizadas algún día contra la Facción Maldita, pero al mismo tiempo, como Quinn lo veía, si las dos fuerzas chocaban y él no estuviera presente, la humanidad tendría una oportunidad.
Aún así, era una prueba de futuro.