Al presenciar lo rápido que Leo se había acostumbrado al Qi de segunda etapa, Quinn comenzó a enfatizar cómo debían sentirse los otros vampiros al compararse con él.
—No te sientas tan mal. —Leo lo animó.— Siempre he sentido el tipo de aura que has demostrado en el dojo. Debido a mi habilidad, siempre he podido sentir el Qi en un nivel diferente al de los demás. En cuanto al control, mi arma de alma única me permite afinar no solo el mío, sino también el Qi de los demás. Entonces, siempre que haya visto y comprendido cómo funciona, es fácil replicarlo. Si hubiera sido algo más que Qi, también me llevaría un tiempo aprenderlo.
Quinn creía que había ocultado su envidia bien, pero se dio cuenta demasiado tarde de que solo había sido él escondiendo las emociones en su rostro. Lo cual era inútil frente al ciego Leo que veía más allá de la cara de una persona.
