Después que se dio la orden, los estudiantes comenzaron a regresar al décimo castillo. No había muchos estudiantes de la décima familia en la escuela. Había diez y luego también Erin y los demás, haciendo un total de catorce estudiantes.
Todos ellos seguían a Leo y no podían dejar de hablar no solo de las locas acciones de Leo, sino también del gran e inesperado logro de Eirn.
—Parece que tienen a alguien nuevo a quien admirar —dijo Amy riendo para sí misma.
Podía ver que Erin estaba escuchando todo y no sabía cómo tomarlo. Las palabras la estaban haciendo perder la concentración, y su rutina habitual de cerrar los ojos que hacía para entrenar, no podía hacerla. En cualquier momento, parecía que iba a estallar contra los estudiantes que la miraban con asombro, de hecho, uno de los niños que intentaron hablar con ella, ya la había amenazado con meter su hoja por su trasero si no se alejaba.