El día había terminado y Vorden volvió al castillo, sus pies se sentían pesados con cada paso, y el primer día fue agotador para él. De muchas maneras. No esperaba que al venir aquí tuviera que ir al Templo por un tiempo. Quería enfrentarse al pasado él mismo, pero no pensó que sucedería tan pronto.
No solo eso, sino que Sil había estado llorando sin parar dentro de la sala oscura, lo que podría escuchar tanto Raten como Vorden. La mejor persona para calmar a Sil sería él mismo, pero mientras estaba aquí afuera, era imposible, y en este momento necesitaba a alguien a su lado todo el tiempo. Unas pocas palabras no serían suficientes.
Claro que podría cambiarse con Raten, pero Raten en momentos podía volverse muy salvaje e impredecible, y no necesitaban eso aquí. No podía imaginar lo que Raten diría a uno de los estudiantes si necesitaran hablar con él.