Kazz había pasado suficiente tiempo sola como para reunir sus pensamientos, y había decidido qué hacer. Ella haría el papel del tonto, fingiendo la ignorancia de ambos lados, pretendiendo que nunca escuchó sus planes.
Cuando regresó a su habitación, pudo ver que la pareja ya se había ido. Pensó que ya había tomado una decisión, pero al ver que no estaban aquí, pudo imaginarse en su cabeza las cosas horribles que estaban planeando hacer.
—Romper las reglas está mal, papá quería que me convirtiera en el vampiro perfecto, y el vampiro perfecto no rompe las reglas. Pero si arruino sus planes, a papá le enfadará.—
Entonces, tuvo un momento eureka en su cabeza, encontró una solución. —¿Y si no soy yo quien arruina sus planes?—