Debajo del decimotercer castillo, había extraños túneles que parecían difíciles de navegar. Ciertos caminos llevaban a otros que se abrían a diferentes áreas. La única fuente de luz en estos túneles subterráneos eran las antorchas que iluminaban el camino, y caminando por ellos en ese momento había dos vampiros, que iban vestidos igual de pies a cabeza.
Tenían la mayor parte de la cara cubierta, solo permitiendo ver una rendija entre los ojos, una tela flotante colgaba de su boca y nariz, mientras llevaban un sombrero negro alto en la cabeza. Estos vampiros con su ropa única y cubierta facial eran de la novena familia, conocida como la familia Fortuna.