Después de ver cómo las sombras oscurecían se levantaban y rodeaban el cuerpo de Quinn, un recuerdo lejano había vuelto a su mente. Uno que la mayoría de los vampiros de la vieja escuela querían olvidar.
Al principio, pensó que tal vez podría convencer al estudiante de no pelear; después de todo, Siyrus siempre había sido un alborotador. Si también pudiera averiguar a qué familia pertenecía el chico frente a él, tal vez podrían ayudarlo y con su apoyo, podrían llegar a un acuerdo que no implicara la muerte.
Pero ahora, después de saber que podía controlar la sombra, una habilidad perdida y prohibida, no le quedaba otra opción. Tenía que atraparlo.
—Si dependiera de mí, no estaría haciendo esto —dijo Clark—. Pero mi deber como Caballero Vampiro significa que debo llevarte.