Separándose de los demás, Layla comenzaba a preocuparse un poco. No sabía quiénes eran estas chicas y nunca las había conocido en su vida, y de repente estaba siendo arrastrada a un edificio aparte donde tendría que tomar lecciones por su cuenta.
Una preocupación se instaló en su mente, pero no solo por ella, sino también por Cia. Aunque era demasiado pronto para sentir que podían llamarse amigas, de alguna manera hasta ahora se habían apoyado mutuamente. Cia la usó como consuelo y, a cambio, Layla la usó para alimentar sus poderes.
Aunque no tenía mucho miedo de ser descubierta, sí le parecía una tarea desalentadora. A medida que el grupo de chicas continuaba empujándola hacia un edificio diferente, comenzó a calmarse respirando lenta y profundamente.
—Vamos Layla, tú puedes hacer esto, es como la primera vez que fuiste a la academia militar. También estabas sola en ese entonces y básicamente es lo mismo. Solo me estoy disfrazando como una de ellas. —