Después de buscar sin cesar, realmente parecía que no había salida de ese lugar. Esto no era lo que esperaban, ni mucho menos cuando pensaban en el mundo vampiro. Todos atrapados en un extraño laboratorio.
—¿Es así como vamos a morir? —Cia pensó, mientras se preguntaba en qué se había metido, pero justo cuando sintió que estaba a punto de llorar a lágrima viva, el nudo en su garganta se había desaparecido y una sensación refrescante entró en su mente.
—¿Estás bien? —Layla preguntó con una sonrisa.
—Sí... en realidad... mucho mejor. —Cia respondió.
Frustrado por todo, Vorden estaba parado junto a una de las puertas más grandes que era casi del tamaño de una furgoneta. Sacó su espada negra y comenzó a balancearla contra ella, lo más fuerte que pudo. Sabía que era inútil, pero ni siquiera sabían cuánto tiempo habían estado en la sala y el miedo a lo desconocido de lo que iba a pasarles comenzó a instalarse.
—¡Solo... *Bang —Abre.. *Bang —¡Esta... *Bang —¡Puerta! —Gritó.
