Caminando por la calle con su mochila en la mano, Fex iba sonriendo ampliamente. Su abuelo lo había cuidado prácticamente toda su vida y solo había sido hace unos años que había decidido entrar en un sueño eterno y entregar el control de la familia al padre de Fex.
Pero Fex nunca olvidó las historias que su abuelo solía contarle, las cosas innumerables que la tierra tenía para ofrecerles como vampiros. Por supuesto, habían pasado muchos años desde que su abuelo había visitado la tierra, pero una cosa de la que nunca dejaría de hablar era sobre esta bebida llamada vino.
Por eso, Fex lo puso en la parte superior de su lista de cosas por hacer cuando finalmente visitaría la tierra.
—Sabes que te están siguiendo —dijo Ham.
—Sí, me doy cuenta —respondió Fex.
—¿La familia nos encontró ya? —preguntó Ham.
Fex comenzó a olfatear el aire cuando notó que al menos cuatro personas los seguían a distancia.