El asombro de Quinn no pasó desapercibido, ya que Chris lo descubrió mirando a las dos espadas detrás de él.
—Oh, así que parece que estás interesado en ellas, ¿eh? Bueno, no puedo culparte. —Dijo Chris mientras caminaba hacia las espadas y las recogía. Estaban en sus vainas, pero las sacó para que Quinn las viera mejor. —Después de todo, apuesto a que nunca has visto ni puesto tus ojos en un par de armas de nivel demonio antes. Esto será un buen regalo para ti.
Sacándolas de manera espectacular, lentamente, como si hubiera alguna gran revelación. Esperaba una gran reacción de Quinn, pero nunca sucedió.
Al colocar sus manos sobre su boca, Quinn no pudo evitar soltar una pequeña risita. Había hecho todo lo posible por no sonreír, pero Chris actuaba con tanta confianza.
—¿Qué, crees que estoy mintiendo!? —Dijo Chris, parcialmente bastante molesto.
—¿Cómo sabes que son armas de nivel demoníaco? —Preguntó Quinn. —¿Mataste a la bestia tú mismo?