Lith estaba hirviendo de rabia pero esperó pacientemente durante varios minutos, sin moverse del lugar donde supuestamente había caído. Dejó a sus Demonios en las sombras donde se habían escondido después de alimentarse de los pilares de luz.
La explosión les había hecho poco daño pero Lith quería dar la impresión de debilidad. Una cosa era enfrentarse a un Tiamat en la cima de su fuerza mientras estaba rodeado por su ejército de no muertos.
Tratar con una criatura solitaria y herida era otra cosa totalmente.
—¿Qué diablos has hecho? —Neforce llegó sólo después de que el silencio había durado tanto tiempo que no había duda sobre el final de la batalla.
Su voz estaba enojada, señalando a la chusma y luego a Lith.
—Me ordenaste que llamara a la retirada y este es el resultado de tu arrogancia. Un bloque entero ha sido arrasado y meses de duro trabajo han sido en vano. —El Capitán fue seguido por un grupo considerable de soldados y magos armados hasta los dientes.
