Los Reales estaban asombrados de que Lith ordenara a dos ancianos del Consejo, así como Ajatar no podía creer sus propios oídos.
—¿Por qué tu discípulo está echando a perder nuestro plan? —El Draco preguntó en el momento en que él y Faluel estaban solos.
—No lo está. —La Hidra rió por lo bajo mientras imaginaba la expresión de shock de Ajatar si descubriera la verdad sobre Solus.— Fue un mensaje cifrado. Está diciendo que ha encontrado una manera de localizar la base enemiga y no quiere que descubran nuestra tapadera.
—Ya veo. Negación plausible. —Asintió el Draco.— ¿Cómo crees que Lith planea hacer eso?
—Probablemente con sus Demonios. —La Hidra mintió descaradamente.— Uno de ellos se esconderá en la sombra de un monstruo o algo así.
—Notable. —Ajatar dijo mientras la paranoia le hacía idear varias formas de comprobar que su propia sombra estaba vacía cada vez que desactivaba las medidas de seguridad de su hogar.
Después de eso, solo fue cuestión de esperar.
