La Real Maestra Forjadora Rogal era una mujer voluminosa en sus sesenta años, con largo cabello gris recogido en un moño.
—No tenemos fondos ilimitados y tu idea permitirá al Reino hacer lo mejor para sus ciudadanos a un precio razonable. Si el proyecto llega a la siguiente fase, por supuesto.— La forma en que sus ojos brillaban al hablar de dinero y su risa cínica le recordaban a Lith a Nana
—Por supuesto. —Lith asintió, reconociéndola como la Maestra Forjadora que había examinado los planos de la Estrella Negra el día en que había sido ascendido a Gran Mago.
—¿Me crees ahora, Solus? No recuerdo solo a mujeres atractivas que he visto desnudas. Mi memoria no es la de un Lich.— Aún así, una vez más, sus pensamientos se encontraron con el silencio y su estado de ánimo se volvió amargo.