Incluso después de que la Invigoración restauró la fuerza perdida de Tista, no tuvo efecto en las áreas ahora sanas con plumas faltantes.
—¿Y si estoy lisiada? ¿Qué pasa si me toma días o meses curarme? —Tista acarició sus alas, encontrándolas tan sensibles e hinchadas que no podían soportar ni siquiera su propio toque.
—No te preocupes. En el peor de los casos, podemos pedir ayuda a la abuela. Apuesto a que no eres el primer Fénix que se lastima —Solus respondió.
Tista asintió y dobló las alas en su espalda, con un gesto de dolor. Las heridas sangrantes se abrieron a ambos lados de su columna vertebral y no había forma de repararlas.
—¡Abran! Necesitamos comida y descanso —Solus gritó con todas sus fuerzas para que los guardias en lo alto de las almenas la escucharan.
