—Ese tonto Nalrond me debe mucho. Morok pensó. —Gracias a los dioses tengo al Maestro Ajatar a mi lado. Las lagartijas pueden ser pervertidas, pero seguro que saben cómo tratar a las mujeres.
El Tirano había estado en el ojo del huracán durante tanto tiempo y tan a menudo que simpatizaba con Nalrond, a quien Morok consideraba una víctima más de la crueldad femenina que necesitaba ayuda.
Morok había pedido la ayuda de Ajatar para elegir el regalo de compromiso y cómo proponerlo y antes de la Gala, había buscado el consejo del Draco para resolver las cosas entre Rezar y Friya.
—Si sólo pusieras tanto pensamiento en tu entrenamiento, ¡ya habrías alcanzado el violeta y descubierto tus habilidades únicas de linaje! —Ajatar se había quejado antes de las extrañas prioridades de su aprendiz.
Estaba en lo cierto, pero esta es una historia para otro día.